¿Chilezuela a la vista?

¿Chilezuela a la vista?

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Por: Pedro Ávila, Sociólogo
(Tercera Parte y Final)

Pero los comunistas-chavistas-leninistas lo controlan todo en Chile!, dirán algunos apocalípticos conspiranóicos. Y no, el Partido comunista es en realidad un partido pequeño, con una votación que bordea el 5 %. Tienen solo 6 diputados, ningún senador y, en el único gobierno en el que han participado desde la vuelta a la democracia, ni siquiera estuvieron en el comité político. Más allá de tener algunas figuras mediáticas, el único impacto real que tienen en los procesos institucionales, es por el fantasmagórico miedo que les tiene la derecha, para quienes crecen como sombras al atardecer. Y si usted cree que las millones de personas que han manifestado su descontento y rabia en Chile, lo hicieron porque recibieron una orden de los comunistas, pues ya mejor le recomiendo un buen psiquiatra.

Para que tengamos una constitución “de ultra izquierda”, este grupo debiera obtener el 66 % de los votos. Y eso es imposible. Si sumamos al PC, algunos grupos del Frente Amplio, al “camarada” Artés y algún otro ultrón como Luis Mesina por ejemplo, con suerte llegarían al 10 % de los votos, 15 % si nos ponemos muy generosos. De hecho, la ultra derecha tiene mucha más votación real que la ultra izquierda en Chile. Si usted suma la votación de Kast, con la de la UDI y de una buena parte de RN, el porcentaje sin duda que sería mayor.

Ahora, a los que alegan que “en este clima de violencia no se puede redactar una constitución”, es necesario hacer un muy breve resumen, del estado en el que se han redactado nuestras constituciones.

• 1833: Redactada cuando las heridas de la guerra civil seguían sangrando.

• 1925: Aprobada mientras los militares rodeaban el congreso haciendo el famoso ruido de sables.

• 1980: Escrita y aprobada mientras habían centros de tortura, en donde le ponían electrícidad en los testículos a los hombres, ratas en la vagina a las mujeres y, sus cuerpos eran finalmente dinamitados en el desierto o lanzados al mar. Y, por cierto, sin posibilidad alguna que la oposición pudiera opinar.

Creo que Chile merece, que cada sector defienda sus posturas con integridad y sobre todo, con la verdad. Los que somos verdaderamente demócratas, debemos aceptar la legitimidad que tiene la opción del rechazo. Es su opción, y eso debe respetarse. Pero, no es respetable que la defiendan a partir de campañas del terror, que lo único que hacen, es apelar a los miedos de la gente. Sobre todo, cuando lo hacen con argumentos tan absurdos y ridículos, como que está en juego la posibilidad de convertirnos en “Chilezuela”.

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