Por: Eugenio Astudillo Leal
Cuantos viejos como yo, hace poco más de un año atrás, nos jactábamos con falsa modestia que por lo menos en nuestro paso por la tierra, específicamente en Chile, dejaríamos a los nietos y sus decendencias, un país diferente, no solo en lo económico y en su estabilidad política, sino que también, con más oportunidades de crecimiento espiritual filosófico, con más libertad, con más tolerancia, y quizás, en algunas oportunidades de ataques de hermandad nacional, soñamos en esos momentos de delirio, como los vecinos de más allá de la Cordillera de los Andes: los Argentinos, de ser una “Nación Chilena” con todo lo que sígnica ese concepto como grupo étnico con características propias, después de 210 años de crear, organizar, y dar un estilo diferente a los habitantes que somos parte de esta joven República.
Pero vino la crisis de octubre; que yo llamo primera pandemia, que algunos la llamaron “El Estallido Social”, y que otros la denominaron displicentemente como “focos de violencia”, que empezaron en forma esporádicos, en un principio, aumentando veloz y coordinadamente en un par de días, dejando los destrozos que todos conocimos por televisión y diarios, los que sumados, a la ya habitual violencia que se sufre en forma periódica en la Araucanía, y la delincuencia cotidiana que nos agobia día a día en las ciudades, algunos connacionales, entre esos yo, para darle el verdadero peso a lo grave de este complicado tema enraizado ya entre nosotros y que está siendo mucho peor que todos los virus juntos que existen en el planeta, le hemos dado una nominación a la altura de una ”pandemia”, porque estudiada su génesis, sus seguidores, sus líderes, y sus resultados nocivos para el país, son peores que todas las epidemias juntas que hayamos conocido, y lo peor de todo, es que las verdaderas pandemias infecciosas tienen soluciones científicas de salud, en donde, como hoy hemos vistos, todos no podríamos salvar cumpliendo con ciertas recomendaciones científicas, pero los llamados conflictos sociales que motivan los “estallidos” de ahora, hasta en horas de Toque de Queda, no tienen curas, porque dependen de las voluntades e intereses de sus gestores, los que movidos por ideologías e intolerancia en las alternativas de poder, han hecho que la pandemia del covid19, pase a un segundo plano, dentro de las prioridades de la gente, lo que ha derivado que los chilenos estén en estos días más preocupados de otras cosas menos importantes que la salud de la población.
Es de esperar, que los índices del Ministerio de Salud en el control de la verdadera pandemia que vivimos no empeoren por las medidas que se tomaron durante la reciente celebración de Fiestas Patrias, porque de esos resultados depende la factibilidad de hacer o no el Plebiscito y su éxito en representación, ya que de los dos lados ya deben tener preparadas sus estrategias diferentes para cómo se den estos resultados de salud.
Qué lástima, que después de 210 años de un nacimiento dividido como país, los chilenos sigamos tanto o más divididos que entre carreristas y o’Higginistas, y todas las otras rivalidades que nos han enfrentado en el transcurso de nuestra historia, lo que ha llevado a que en este momento la gente está más asustada por el resultado del Plebiscito, que, de las medidas, vacunas, y/o medicamentos de como eliminar del país el mentado coronavirus.
Por mucho año he escuchado decir a especialistas en la materia, que “un gran porcentaje de los niños de cierta edad no entienden lo que leen”. Esta actitud de priorizar lo político por sobre los problemas científicos de la humanidad demuestra fehacientemente, que en Chile los líderes ideologizados que tenemos, tampoco entiende lo que ven o leen.
