José Agustín, alias “El Cura Gómez”

José Agustín, alias “El Cura Gómez”

- en Columnistas
1992

“Amaras al Señor con todo tu corazón y amaras al prójimo como a ti mismo. En esto se resume toda la Ley y los profetas”. Mateo 22, 36.-

Por: Estanislao Muñoz.

Quien es este personaje tan conocido por algunos y tan desconocido para otros ¿ El cual muere en Gorbea un 15 de enero de 1908 y no me gustaría que nos olvidemos de él. Un colegio en San Felipe lleva su nombre, allá en el lado norte del pueblo, en la Cañada de San Rafael, llamada hoy Av. Chacabuco y frente al colegio, una estatua en el centro de la avenida que recuerda su nombre y sus hazañas. Fundador de dos congregaciones de religiosas dedicadas a la atención en hospitales, cuando el tema hospitalario era cosa seria, “lo mandaron a morir al hospital” decía la gente. Solo la gente pobre iba al hospital, los otros eran atendidos en sus casas. Otro dicho que había: ”más malo que comida de hospital”. Y ahí estaban esa religiosas “pelando el ajo” por los pobres. La creación de orfanato para los niños abandonados, escuela para niños y niñas sin posibilidad de instrucción, un hogar para los heridos, mutilados y trastornados que volvían de la Guerra del Pacifico, atención y ayuda a mujeres en riesgo social, etc.etc. Entre tantos hecho de su vida, hay uno que lo marca y lo relaciona con el tema que hemos venido tratando y es el tema de la Misericordia, Misericordia entendida como acción de servicio, de entrega, de ver el dolor y la necesidad del otro y actuar. Nadie podrá dudar de la eficacia y necesidad de la oración, pero hay momentos en que no es lo que se necesita. El suceso en cuestión que relaciona al Cura Gómez con la Misericordia es el brote de cólera que estalla en Santa María. Traída a la zona por arrieros argentinos. Inmediatamente se establece un “cordón sanitario”, que era una de las formas en aquellos años de detener la propagación de la enfermedad. Consistía en un “nadie sale, y el que entra, no sale”. Se delimitaba una clara frontera alrededor del pueblo. José Agustín al saber de esto y siendo Santa María, parte de su parroquia, no trepida en reunir medicamentos y otros menesteres y entra a ayudar a los enfermos y a buen morir a los desahuciados, con el consabido peligro de contagio, mas aun estando en contacto directo con los enfermos. El hombre no piensa en el, solo en su prójimo quien lo necesita, especialmente los pobres que siempre han sido los más perjudicados. No solo lleva la ayuda médica, sino también el apoyo, el aliento, el acompañamiento, en que el otro no se sienta solo, saber que hay otros que se preocupan por mí. La medicina, y lo dicen los expertos, no solo es cosa de remedios. “Tómesela con fe, para que le haga bien”, dicen los viejas mas sabias. Y ahí estaba José Agustín, como el buen pastor que atiende y se preocupa de su rebaño, es el pastor que no abandona a sus fieles en esos momentos más críticos. Seguramente de medicina sabia poco y nada, se batía a “agüitas perras y yerbajos “, pero su presencia, ajetreo y preocupación animaba a los enfermos. Hoy en día las enfermedades de nuestro tiempo son otras, aunque las antiguas no dejan de aparecer, pero igual a las enfermedades, tanto del cuerpo como del alma o del espíritu o de la psiquis, como queramos llamar a eso que no entendemos, igual requieren de una atención que muchas veces no sabemos o no podemos dar. El acompañar, el estar ahí, el escuchar, el hacer que el otro no se sienta solo, el preocuparse del otro, que sepa que hay alguien que piensa en el. La soledad hoy mata más que el hambre. Nosotros con 2.000 años de historia como Iglesia tenemos una muy rica experiencia, tanto en éxitos como en errores, pero también los años y siglos nos han hecho complicar las cosas y la Misericordia y el amor o la caridad o solidaridad que Jesús nos pide, es mucho más simple, es mirar para el lado y preguntarle al otro si necesita algo o como se siente o sonreírle, un gesto, un golpecito en la espalda y un:”que te le vaiga bien”.-

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