Francisco Sánchez, de 14 años
Héctor Sánchez, operador especialista de la mina subterránea, ha traspasado su amor por el baile nacional a tres de sus cuatro hijos. Uno de ellos representará a la región ante las mejores parejas de Chile.
En la casa de los Sánchez-Tapia, en Calle Larga, la cueca se baila todo el año. La consigna ha rendido frutos, y el matrimonio compuesto por Alejandra y Héctor –operador de la mina subterránea de Codelco Andina– logró traspasar su pasión por las tradiciones chilenas a tres de sus cuatro hijos.
Por estos días, ambos observan la preparación de su hijo Francisco (14), para el Campeonato Nacional de Cueca Adolescente ANTILAF, que se realizará entre el 19 y 24 de enero en San Clemente (Región del Maule). El joven acudirá a la cita con la sanfelipeña Gabriela López, con quien se coronaron campeones de la Región de Valparaíso.
“Siempre me ha gustado la cueca e intenté transmitirlo a mis hijos. Somos chilenos y tenemos que bailarla con orgullo. Lo que ha alcanzado Francisco me emociona, al ser campeón regional. Nosotros como pareja también bailamos y pertenecemos al conjunto folclórico Pihuelo Andino”, comenta el trabajador.
EL SUEÑO DEL NACIONAL
Francisco empezó a los siete años a bailar, y de ahí en adelante a participar en torneos locales. Junto a Gabriela (12 años), comenzaron hace un año el recorrido por esta travesía, que los llevará a competir para convertirse en los mejores exponentes de la danza nacional en la categoría juvenil.
Para ese desafío entrenan diariamente, a cargo de un preparador especialista en la danza típica chilena. “Lo estamos haciendo para ganar, la preparación es ardua, ensayamos casi todos los días, con esfuerzo, porque si las cosas salen fáciles, se van fáciles también”, reflexiona Francisco, a quien sus hermanos ya le siguen los pasos.
Por ejemplo, David tiene 12 años, y empezó a bailar hace tres. Su anhelo es emular a Francisco y convertirse en campeón algún día. El más pequeño de la casa, Héctor, de seis años, también demuestra habilidades en la cueca, aunque está recién dando sus primeros zapateos.
“Me da alegría y satisfacción verlos bailar y lo que han conseguido, desde el mayor al más pequeño”, comenta Alejandra, la orgullosa madre de este clan de cuequeros.
